El nacimiento de ARPANET es una de las historias más fascinantes de la tecnología moderna. Desde los laboratorios del MIT hasta oficinas en el Pentágono, pasando por salas de servidores donde apenas cabían las máquinas, esta red revolucionaria surgió en un contexto de tensiones políticas, sueños futuristas y una chispa de genialidad que transformaría la comunicación humana para siempre.

1960s: Los Primeros Pasos en el Sueño de una Red Interconectada
En pleno auge de la Guerra Fría, el mundo estaba dividido en dos bloques que competían no solo por la supremacía militar, sino también por el dominio tecnológico. Mientras Estados Unidos buscaba adelantarse a la Unión Soviética, el Departamento de Defensa vio la necesidad de una red que pudiera resistir incluso un ataque nuclear. Fue en este contexto donde apareció Joseph Carl Robnett Licklider, un psicólogo experimental con ideas que parecían más propias de la ciencia ficción que de la realidad.

LickLider no era un ingeniero ni un programador, pero poseía una visión excepcional. Trabajaba en el MIT en proyectos relacionados con la interacción humano-computadora, donde desarrolló conceptos como la computación en tiempo compartido. Su carácter era amigable, pero su intelecto imponía respeto. En su rol como director del Programa de Procesamiento de Información de la recién creada Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de Defensa (ARPA), propuso lo que llamó una «Intergalactic Computer Network», una red que conectaría computadoras de todo el mundo para compartir información.

Aunque el término parecía salido de una novela de Isaac Asimov, Licklider no bromeaba. Estaba convencido de que las computadoras no eran solo herramientas matemáticas, sino extensiones del intelecto humano. Su entusiasmo contagió a sus colegas, sentando las bases para lo que pronto sería ARPANET.
1966: Robert Taylor y el Momento que Encendió la Revolución de ARPANET
En el Pentágono, la oficina de Robert Taylor, un ingeniero eléctrico con experiencia en radares, era un pequeño laboratorio de caos tecnológico. Tres terminales de computadora ocupaban buena parte del espacio, cada uno conectado a una red diferente: una al MIT, otra a la Universidad de California y la tercera a un laboratorio en Santa Mónica. Taylor, un hombre práctico y de carácter decidido, se irritaba al pensar que tenía que aprender tres sistemas distintos para trabajar con cada red.

Un día, cansado de esta ineficiencia, Taylor propuso algo radical: crear una sola red que interconectara todas las computadoras. Aunque la idea parecía imposible, convenció a sus superiores en ARPA para financiar el proyecto. Así nació la semilla de ARPANET.
Taylor era un hombre de acción. Describió sus ideas con una claridad y una pasión que difícilmente podían ser ignoradas. Reclutó a los mejores talentos y asignó el desarrollo técnico a Lawrence Roberts, un joven brillante que había trabajado en redes en el Lincoln Laboratory del MIT. Roberts sería la pieza clave para convertir esta visión en realidad.

1967: Lawrence Roberts y la Revolución Técnica
Roberts, a diferencia de Licklider, era un científico pragmático. Su formación en ingeniería eléctrica y física le permitió abordar el proyecto desde un ángulo técnico, adoptando la idea de la conmutación de paquetes. Este concepto, desarrollado por Donald Davies en el Reino Unido y Paul Baran en RAND Corporation, planteaba que los datos podían dividirse en pequeños fragmentos que viajarían por rutas independientes, encontrándose al final en su destino.
Roberts perfeccionó esta idea para ARPANET. Mientras los sistemas telefónicos tradicionales requerían líneas dedicadas, la conmutación de paquetes ofrecía una eficiencia revolucionaria. Con determinación metódica, Roberts diseñó la arquitectura básica de la red, marcando un hito en la historia de las telecomunicaciones.
1968: La Creación del Interface Message Processor (IMP) para ARPANET
Para materializar la red, se necesitaba un dispositivo que conectara las computadoras a la red. Aquí es donde entraron en escena los ingenieros del MIT, liderados por Wesley Clark. Clark era un hombre tranquilo, conocido por su precisión y creatividad. Diseñó el Interface Message Processor (IMP), el precursor del router moderno. Cada IMP era esencialmente una computadora intermedia que podía recibir, procesar y reenviar datos, convirtiéndose en el núcleo funcional de ARPANET.

El primer IMP era un monstruo de casi 400 kilos, pero para su época era una maravilla tecnológica. Transportado en una furgoneta hasta la UCLA, este dispositivo marcó el comienzo de la red. En palabras de Clark, “No era bonito, pero funcionaba”.
1969: El Primer Enlace de la Historia
El 29 de octubre de 1969, en un laboratorio de la Universidad de California en Los Ángeles, todo estaba listo para el primer intento de comunicación a través de ARPANET. Leonard Kleinrock, un experto en teoría de colas y redes, supervisaba el experimento junto a su equipo. El objetivo era simple: enviar la palabra «LOGIN» al Instituto de Investigación de Stanford, a unos 600 kilómetros de distancia.

El resultado fue un momento de historia pura. Solo se transmitieron las primeras dos letras, «L» y «O», antes de que el sistema se colapsara. Aunque pareció un fallo, para Kleinrock y su equipo fue un triunfo. Por primera vez, dos computadoras habían intercambiado información a través de una red.
En palabras de Kleinrock: “Fue como escuchar a un bebé decir su primera palabra”.
1970-1983: La Evolución de ARPANET
En los años siguientes, ARPANET creció en tamaño y complejidad. Vint Cerf y Bob Kahn, dos de los grandes genios de la informática, desarrollaron el protocolo TCP/IP, un lenguaje común que permitió a diferentes redes comunicarse entre sí. Este avance fue tan significativo que el 1 de enero de 1983 se considera el día en que nació el Internet moderno.
Cerf, con su estilo amable y colaborativo, trabajaba incansablemente para garantizar que el sistema fuera escalable y robusto. Por otro lado, Kahn, conocido por su carácter directo y su mente analítica, perfeccionó los detalles técnicos. Juntos, cambiaron el mundo.
¿Qué fue de ARPANET?
ARPANET fue oficialmente desmantelada en 1990, pero su impacto nunca desaparecerá. Lo que comenzó como una respuesta a las tensiones de la Guerra Fría se convirtió en la base de la conectividad global. Gracias a los visionarios que la imaginaron y los ingenieros que la construyeron, vivimos en un mundo donde la información fluye libremente, uniendo a personas de todos los rincones del planeta.
Desde esas dos primeras letras, «L» y «O», ARPANET nos recordó que las grandes revoluciones comienzan con pequeños pasos.
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